Por Adan de Ucea Alvaro Garcia Linera: "El pueblo boliviano vive la mayor revolucion social"
Anoche, doña Dana de Acué me convidó con lo que estaba leyendo. Hace dos semanas, Luis Hernández Navarro entrevistó
al Vicepresidente de Bolivia, el matemático y sociólogo Álvaro García Linera.
Enlazo la publicación desde el sitio del periódico “La Jornada” de la UNAM, aunque transcribiré los párrafos que íbamos acotando. De ninguna manera con máximas sociológicas específicas porque sería
irreverente con García Linera, sino acerca de ciertas relaciones con nuestra
coyuntura y la del subcontinente.
Estaría bueno que la leyeran aquellos y
aquellas que creen que lo único que pueden aprender de un bolita de la inmigración
descontrolada es que las naranjas no se tasan por peso. Hay tanto burócrata metropolitano
confuso que se cree superior al verdulero mientras compra verdura en el quiosco
o se suscribe para asegurarse que la recibirá a diario en la puerta de su casa, que tienta mostrarles a un bolita blanquito
y formado, competente y con glamour, criterioso y con linaje.
Un poco con sorna petardista y
otro poco emulando su frívola y discriminadora idiosincracia con bajo
sentido de la autopercepción, daría parte de mi tiempo para ver sus
caras comparando a
Álvaro García Linera con Mauricio Macri Blanco Villegas. Ha de sentirse
casi
humillante para la derecha convencida y sus satélites, parangonar a su
inepto y corrupto
referente con un tipo que no sólo lo revuelca en todo sentido, sino que
encima de distinguido y solvente es boliviano, indigenista ¡y de la
izquierda
latinoamericana! En una disertación, al conejo negro no lo salvaría ni
el
soplacanu ni una patota de Duranes Barbas ni docenas de power points…
Semejante
a lo que pasaría si el hijo que vive de Franco debatiese con la señora
de
enfrente y otros representantes sociopolíticos, aunque hay auditorios a
los
cuales -está visto- no les entran balas ni razones, no los impactan los
compromisos
comunitarios ni las ideas nacionales y populares.
Durante el último ¼ de siglo Chile fue el Modelo a imitar; según
la Hegemonía
realmente existente en la
Argentina.
Las Izquierdas y Progresismos argentos, suspiraban por las
Derechas y Conservadurismos transandinos, cultos y refinados; como todos
aquellos que vienen de los “bien nacidos”.
Mientras que ¿nuestras? Derechas y Conservadurismos; no se
cansaban de señalar lo bien educados, y por lo tanto perfectamente “ubicados”,
que eran los miembros de la Concertación Chilena; tan "bien
pensantes" ellos.
¡¡¡Belleza!!!, como diría el Bambino Veira, mientras su mano
se desliza por nuestra espalda.
Desde hace un par de años, el pueblo chileno vive
preguntando a su Clase gobernante, que según el relato querían alcanzar el
mismo estatus de USA, Suecia, Suiza o Nueva Zelandia; según la tribu política a
la que pertenecían.
Pregunta, decía, ¿por qué en el País mas retobado e
indecente de Sudamérica, se vive mejor que en el País Modelo para el
Continente?
Dos generaciones sacrificios, para estar peor que aquellos
que descendieron al infierno no una, sino dos veces; 1989 y 2001, en ese mismo
lapso.
Al actual “Argentina adóptanos”, de Aysén, hacer clic en la
imagen, para la nota de El Mercurio, hacer
clic aquí.
"Magallanes en paro.
Firmes. Dignos. ¡Chilenos! No nos ganarán, y si no, ¡Cheeeeé! ¡Nos vamos al
otro lado del alambre! ¡Viva Chile!", escribió el parlamentario en su
cuenta (@MiodragDiputado), dando a entender que, de no lograr revertir la
medida, Magallanes podría volverse territorio argentino.
“El “pueblo” de los populistas no es esencialista, sino que responde a
un objetivo político.
Este fue uno de los errores fundamentales de quienes quisieron comparar
a los populismos latinoamericanos con los fascismos europeos.
Haciendo una mala analogía contrafáctica, podríamos decir que bien
lejos de las manifestaciones nacionalistas uniformes de los nazifascismos de
los ‘30 y ‘40, el peronismo y otros populismos latinoamericanos de los ‘40
fueron una gran unión de los excluidos por aquellas manifestaciones.
Y desde entonces, siempre fue incorporacionista.
En todas sus variantes, el peronismo fue favorable a una inmigración
abierta.
Aún hoy, en un mundo en el que los países tienden a cerrar sus
fronteras a la inmigración.
Es, también, un partido que se identifica con los avances civiles y
sociales logrados por otras comunidades excluidas, como las mujeres, los
inmigrantes de países limítrofes, los homosexuales y, lentamente, los pueblos
originarios.
Finalmentre, otra política histórica del peronismo que se contrapone
por definición al nacionalismo, es su integracionismo.
Durante el primer peronismo, aún cuando no se lograron avances
concretos en la materia en comparación con el Mercosur –firmado en 1991 por un
presidente peronista, en este caso globalista, como fue Carlos Menem–, se
desarrolló una doctrina de orientación a la integración regional que perdurará
hasta nuestros días.
En suma: el peronismo en nada se parece a un nacionalismo europeo.
Estos últimos movimientos se caracterizan por una visión restringida de
la población, su oposición a la inmigración y la integración regional, y una
desconfianza hacia los países vecinos.
Contrariamente, el peronismo siempre fue partidario de la inmigración y
la integración regional, y su visión acerca de la población es dinámica y
populista- incorporacionista.
El nacionalismo territorial ofensivo argentino siempre actuó bajo el
gobierno de grupos políticos herederos de la tradición nacionalista argentina,
y ello incluye a la Guerra
de Malvinas, engendrada por la última dictadura militar y antiperonista.
El peronismo es populista, con todo lo que ello implica.
Tal vez Kant debería renacer para escribir “La Paz Populista”.
Es esa “Paz” que reclamaban en Tarija, con la “incorporación”,
durante el conflicto de la Media Luna
vs. Evo Morales; recordando que ellos, los tarijeños, firmaron la Independencia en Tucumán;
mientras que Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y la Banda Oriental no lo quisieron
hacer, por estar enfrentados Artigas y Buenos Aires.
Que conste que no es un cargo contra el Compatriota
Oriental, un decidido defensor de la Independencia y la Voluntad de los Pueblos.
Como al peronismo no se le reconoce “identidad” ideológica, siempre
primo la Praxis;
se lo termino asociando a la “religiosidad popular”.
Una “vulgar” pretensión de Redención Social de las Masas,
con estructuras llenas de “predicadores”, agresivamente militantes en su “celo
misionero” por incorporar a la “ekklēsía”:
“Donde no hay Griego ni Judío,
circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni Scytha, siervo ni libre; mas Cristo
es el todo, y en todos”.
Col 3, 11 (TR1894 y RVA)
Como las llamadas Religiones Universales por Toynbee, producto de la
rebelión del Proletariado Interno frente al despotismo de las Minorías
Dominantes.
Mas cercana, por su estructura descentralizada, a la Meca que al Vaticano; sin “clero”
establecido, que lo diferencia del Budismo y el Hinduismo, en sus devociones
populares.
Una Maquina de Guerra Nomádica en permanente lucha, e
intercambio de “fluidos” con la Maquina Administrativa
del Despotismo; como expresaba Deleuze.
“Hay grupos enteros que se escapan, que se
nomadizan: no como si retornasen a un estadio anterior, sino como si
emprendiesen una aventura que afecta a los grupos sedentarios, la llamada del
exterior, el movimiento.
El
nómada, con su máquina de guerra, se opone al déspota con su máquina
administrativa; la unidad nomádica extrínseca se opone a la unidad despótica
intrínseca.
Y, a
pesar de todo, son fenómenos tan correlativos y compenetrados que el problema
del déspota será cómo integrar, cómo interiorizar la máquina de guerra nómada,
y el del nómada cómo inventar una administración del imperio conquistado.
En el
mismo punto en el que se confunden, no dejan de oponerse.
El
discurso filosófico nació de la unidad imperial, a través de muchos avatares,
los mismos que conducen desde las formaciones imperiales hasta la ciudad griega.
E incluso
en la ciudad griega el discurso filosófico mantiene una relación esencial con
el déspota o con su sombra, con el imperialismo, con la administración de las
cosas y de las personas (se encuentran todo tipo de pruebas de ello en el libro
de Léo Strauss y Kojève sobre la tiranía) (e).
El
discurso filosófico siempre ha permanecido en una relación esencial con la ley,
la institución y el contrato que constituyen el problema del Soberano, y que
atraviesan la historia sedentaria que va de las formaciones despóticas hasta
las democráticas.
El
«significante» es en verdad el último avatar filosófico del déspota”.
El francés, ¿repite al judío fariseo, ciudadano romano y culturalmente
griego, Saulo de Tarso en Col 3, 11?
“La anarquía y la unidad son una sola y misma cosa, no la unidad de
lo Uno, sino una más extraña unidad que sólo se reclama de lo
múltiple”.
El Senex del peronismo, en su afán de “Legitimar” a lo/as “Ilegitimo/as”;
¿traduce a “criollo”, bien "mestizo y mulato”, la predicación del Profeta Mahoma
en pleno desierto hace casi 1500 años?
"Los Musulmanes, las Musulmanas, los
creyentes, las creyentes, los que oran, las que oran, los verídicos, las
verídicas, los constantes, las constantes, los humildes, las humildes, los
limosneros, las limosneras, los que ayunan, las que ayunan, los recatados, las
recatadas, los que recuerdan, las que recuerdan constantemente a Dios, a todos
estos Dios les ha preparado un perdón y una enorme recompensa."
Ya se, que algunos de los lectores, se quejaran de este afán
apologético, mas digno de un sermón que de un Análisis Intelectual; pero no hay
que olvidar que solo soy un simple predicador en el Bazar, que nunca será
reconocido por los ámbitos recoletos de la Catedral.
Lo mío es lo Horizontal de las muchedumbres, más que lo Vertical
de lo “certificado” como Erudito, de y para esos mismos Eruditos.
Los Simples, los Vulgares, me toman como lo que soy; un
faquir hace malabares con los “sacrosantos” significantes; y se regocijan con
el estupor de los que miran desde la torre de la Catedral.
Un simple, “Che, boludo, decilo en sencillo”;
es suficiente para llamarme a la realidad del Bazar, al que pertenezco.
Por eso, en sencillo; mientras “nuestras” Intelligentsias de
Izquierdas y Derechas, cogotean desesperadamente para pensar y explicar lo que
esta sucediendo en el aquí y ahora de la globalización.
Las masas de compatriotas de la Patria Grande, más allá de las
fronteras de la Argentina,
siguen el Axioma Zen.
“No lo pienses, actúa.
No lo digas, hazlo”.
Y su acción es que quieren ser como lo peor de los “Ches”,
peronistas; para horror de bien nacidos y bienpensantes. (aqui el post original)
Y ahora tiro yo, porque me toca
En este tiempo de plumaje blanco
Un mudo con tu voz, y un ciego como yo
Vencedores vencidos! Te has fugado!
Me hago humo!
Den la alarma!
Ensayo general para la farsa actual,
Teatro antidisturbios. Se rompe loca mi anatomía
Con el humor de los sobrevivientes
De un mudo con tu voz
De un ciego como yo
Vencedores vencidos! Leyendo diarios en un baño turco
Empañando ray-ban's, mascando un hueso
Tu perro, un perro cruel
Con la costumbre de no contentarse con los restos.
Overjero que descansa en manto negro!
Ensayo general para la farsa actual,
Teatro antidisturbios. En este rollo de monos de polvo
Hemos perdido el rastro unos minutos
Un par de monos más (unos terrícolas)
Vencedores vencidos!
Buena suerte! y más que suerte! (sin alarma ...)
Me voy corriendo a ver que escribe en mi pared
La tribu de mi calle. la banda de mi calle!
No irán mas a tus costas, donde todo es predecible, hipotético,
infinitamente anclado en pasillos y veredas jadeantes de sonrisas vanas,
presuntuosas como mentira, solitarias como el oxido. Ya no irán mas a tus
costas cuando por fin desate el fuego acumulado en el viaje sideral de tu
tiempo y tu mirada. Cancerbero guardián del luto ajeno, de pómulos rojos y de
manos negras. El silbido del halconero me despierta cuando la noche se encapota
sobre la sordidez viviente de la ciudad puta. Y el halcón ojea tu pus inquieta
de moda, plata y avatares. Ya no ira nadie a tus costas cuando por fin acabe mi
matanza celestial sobre tus lugares, tus joyas y tus horas, tu imagen limpia y
barata de estiércol recién comprado. Cuando acabe ya poco encontrara sentido…..acaso,
algún rezago, filo de luz que con pereza y cobardía ilumine las ruinas de tu
eternidad….Oh!...patria mía.
No catalogue vacío de sentido a lo que en el interior de este libro llamo “espíritu de la tierra”. Si por ingenuidad de fantasía le es enfadoso concebirlo, ayúdeme usted y suponga que “el espíritu de la tierra” es un hombre gigantesco. Por su tamaño desmesurado es tan invisible para nosotros, como lo somos nosotros para los microbios. Es un arquetipo enorme que se nutrió y creció con el aporte inmigratorio, devorando y asimilando millones de españoles, de italianos, de ingleses, de franceses, sin dejar de ser nunca idéntico a sí mismo, así como usted no cambia por mucho que ingiera trozos de cerdo, costillas de ternera o pechugas de pollo. Ese hombre gigante sabe dónde va y qué quiere. El destino se empequeñece ante su grandeza. Ninguno de nosotros lo sabemos, aunque formamos parte de él. Somos células infinitamente pequeñas de su cuerpo, del riñón, del estómago, del cerebro, todas indispensables. Solamente la muchedumbre innúmera se le parece un poco. Cada vez más, cuanto más son. La conciencia de este hombre gigantesco es inaccesible para nuestra inteligencia. No nos une a él más cuerda vital que el sentimiento. Cuando discrepemos con sus terminaciones, quizá en el corazón tengamos una avenencia.
LA GOTA DE AGUA
Acuidad avizora y vocación sin desfallecimientos deben sostener al que procure indagar las modalidades del alma porteña actual. Y digo actual, porque se me ocurre una irreverencia macabra la de andar desenterrando tipos criollos ya fenecidos —el gaucho, el porteño colonial, el indio, el cocoliche— cuya privanza inalienable, aquella que no es mera caricatura o pintoresco señuelo de exotismos, pervive y revive en la auscultación clarividente de la actualidad. En el pulso de hoy late el corazón de ayer, que es él de siempre. La tarea es desalentadora. Muchos hábiles y bien pertrechados investigadores de almas se resignaron a distraernos de su fracaso, connotando las peripecias de sus frustradas tentativas, y algunos incurrieron en la ligereza de negarle a Buenos Aires, y por lo tanto a la república, una arquitectura anímica completa e inconfundible. Razones étnicas y simples traspasos de criterios, y no verdaderas comprobaciones de realidad informaron esos pareceres apresurados.Su penetración no alcanzó a revelarles uno de los más extraordinarios poderes de Buenos Aires: su facultad catalíptica de las corrientes sanguíneas». Excúseseme esta imagen que utilizaré seducido por su valor de persuadir. Dos gases son el hidrógeno y el oxígeno, y en ser dos gases distintos se obstinan por mucho y muy enérgicamente que se los mezcle. Podrán variarse las proporciones, batirlos, trasvasarlos, presionarlos, y los dos gases seguirán irreductiblemente aislados ante la pericia del químíco. Pero un agente cataléptico —una esponja de platino, una chispa eléctrica— determina su inmediata combinación en un compuesto cuyas propiedades rechazan toda relación de parentesco con los progenitores: el agua. El porteño es, una combinación química de las razas que alimentan su nacimiento. El porteño es esa gota de agua, incolora, inodora e insípida que brota en el fondo del tubo de ensayo o que el cielo envía para que la tierra fructifique. Porque es entrevero de impertinente causalismo, ignoraré por ahora la residencia de esa facultad y lio, me arriesgaré a dilucidar si proviene de la facilidad de subsistencia, de la superabundancia de alimentos, del contagio de la soledad de los hombres que llegaron solos tras una felicidad que se les escabullía de las manos, de la proximidad de la muerte y del tiempo que pasan rozando la llanura, de la instabilidad de los azares o del agobiode su cielo demasiado. Con virgen encantamiento de niño, me abandonaré ahora a la contemplación del mundo que se refleja en esta gota de agua que rehila entre mis dedos. La expedición es riesgosa. No hay accesorios que puedan adquirirse a bajo precio: croquis que admitan un retoque, despliegues de almas perfeccionables. Todo lo porteño, el observador debe extraerlo de esa veta rebelde y subterránea que el espíritu forma bajo los hechos. Debe descubrir las escenas, como quien descubre una gema; sopesar los caracteres, inventar nuevos patrones de medición; despojar al criterio de los engañosos convencionalismos europeos, pescar las palabras definidoras; formar hombres prototipos, superponer manías individuales para trazar en la manía envolvente la necesidad colectiva que las involucra a todas. Bucear en el ambiente, y sentir y pensar y actuar, a pesar suyo, como uno cualquiera, viéndose y estudiándose vivir. Ser conejito de indias y experimentador, simultáneamente. Padecer y gozar, clasificando el padecimiento o el goce en personal y genérico y así incansablemente, para despellejar y mirar más de cerca a los tipos apócrifos: el malevo, el patotero, el hincha... Construirlo todo, todo, y he allí lo desalterador, hasta la misma realidad. La que el porteño muestra, es su mentira. Al conferirlos, el porteño desvirtúa sus sentimientos más nobles por inspiraciones de un raro pudor; sus ideas, por impropiedad de sus medios comunicativos. Sirva de paradigma el piropo, connivencia sin permutas corporales entre el hombre y la mujer.
El hombre porteño practica el lenguaje con la iniciativa verbal de un niño. Crea o inhuma vocablos, los retoca para acomodarlos, o los refuga sin contemplación. Retasa el palabrerío huero y mitiga la oquedad resonante del idioma castellano. El porteño desconfía de las palabras que en los libros se incautan. Las que él emplea, las quiere rebosando intuiciones, sensaciones directas, imágenes vividas y no rótulos de definiciones. En los vericuetos de su desconfianza, el hombre porteño presume que todo lo que se denomina se momifica, y que no hay palabras tan grandes como para empavesar toda la vida con ellas. Presume que lo no dicho, lo que nadie podrá decir, es incomparablemente superior a lo expresado. Presume, tasándolo en sí mismo, involuntariamente, que todas las dudas de Hamlet son tonterías retóricas ante el cúmulo de perplejidades que se arremolinan, se ciernen y se desvanecen en el más mínimo instante de la vida de cualquier patán. El hombre porteño tiene animadversión a las síntesis, porque, según él, nada es malo ni bueno mientras no se lo designa. Por eso, es hombre de pocas palabras, que calla sin otorgar, hombre que se resiste a destruir la unidad de sus sentimientos y de sus percepciones y envasarlos en esas estrafalarias cajitas llenas de traiciones que son las palabras. Las palabras son juguetes peligrosos. El porteño las manipula, las baraja, se divierte con ellas, le gusta oírlas tejidas en frases, pero él no las emplea como mediadoras de asuntos importantes, es decir, no las emplea para clasificar a sus semejantes, al hombre. Con un cuidado inconsciente y sorprendente, evita anatematizar las personas, lapidarlas con adjetivos irrevocables. Sopesa las acciones y no los ejecutores. De preferencia, dice: “Jugó bien” y no “Juega bien”. “Fue generoso” y no “Es generoso”. Su afán de no inmovilizar lo humano, de no estructurarlo, ha creado un lenguaje de más en más esotérico e irreproducible en la escritura, en que la vida puede derivar sin estrellarse contra las palabras que la van registrando. Emplea voces más semejantes a interjecciones que a legítimas palabras. Son vocablos sin convicción, ambiguos, equívocos, cuya traza varía entre antagonismo e incompatibilidades preceptúales muy cercanas al absurdo.
El ministro
de Justicia y Seguridad bonaerense, alcaide mayor Ricardo Casal, montó
un apurado show publicitario para defender un modelo de gestión policial
y penitenciario agotado, que en pocos días produjo dos episodios
tremendos, con sendos asesinatos de hombres pobres jóvenes: el asesinato
de un pibe en Florencio Varela por una organización de narcos con
protección policial y la muerte a golpes y patadas por funcionarios del
Servicio Penitenciario Bonaerense de un joven detenido en la cárcel de
San Martín. Ambos fueron esclarecidos con la injerencia del gobierno
nacional, junto con organizaciones de Derechos Humanos y/o de militancia
política y barrial, y señalan un modelo distinto de gestión que
cuestiona en la práctica a Casal. La apuesta del ministro es que los
crecientes niveles de violencia extra e intramuros generen adhesión en
otros sectores de la sociedad, asustados por la psicosis de la
inseguridad y tolerantes con cualquier medida de discriminación
represiva contra la población penitenciaria o la de los barrios humildes
de los que proviene ese ganado humano.
Con Z de zonzo
Ambos casos coincidieron con el tercer aniversario de la
desa-parición de Luciano Arruga y el primero de los asesinatos cometidos
en José León Suárez, siempre por personal de la bonaerense. Casal
obstruyó la investigación sobre Arruga, al retacear el uso del único
geo-radar del país en un terreno en el que se presumía estaba sepultado
Arruga y sobre el que avanzaba la construcción de un edificio. También
inventó una versión fantástica sobre una banda criminal que habría hecho
descarrilar el tren en José León Suárez para saquearlo. El viernes,
Scioli dijo que los asesinos habían sido “dos policías irresponsables”,
lo cual implica desconocer la cadena de responsabilidades que según la
investigación del CELS alcanza por lo menos a sus superiores que
programaron y coordinaron la agresión y luego falsearon los hechos para
encubrir lo sucedido. Entre ellos están los comisarios Mario Briceño y
José Antonio Cortez, ambos confirmados y el primero ascendido por Casal.
El mismo patrón de falseamiento de los hechos se propuso ahora, en
Florencio Varela y en la cárcel de San Martín, pero la participación
federal se lo impidió. Apeló entonces al segundo capítulo del manual.
Cada vez que queda en evidencia la vinculación de funcionarios
policiales o penitenciarios con redes delictivas, Casal recurre para
taparlas a otras formas de ilegalidad, de mayor consenso social.
Centenares de efectivos caen de madrugada sobre un barrio popular,
allanan domicilios con o sin orden judicial, rompen puertas y muebles,
maltratan a mujeres y niños, detienen a decenas de personas por
averiguación de identidad, con lo que complican su situación laboral, y
hasta colocan armas y sustancias estupefacientes, que luego se presentan
como decomisados en el megaoperativo. Esta vieja práctica policial de
“hacer estadística”, inflando números de cualquier manera, ha sido
elevada a la categoría de instrumento político. Esto fue evidente este
jueves, cuando además de acompañar a Casal en la revista de las armas y
vehículos secuestrados y anunciar un nuevo golpe contra la droga y el
crimen organizado, Scioli inauguró las refacciones de un polideportivo,
entregó equipamiento médico y escrituras de viviendas, y firmó créditos
para diversas obras. Los casos imaginarios más recientes ocurrieron en
diciembre, cuando el gobierno provincial anunció que había secuestrado
el mayor cargamento de cocaína de la historia y detenido al segundo jefe
del cartel mexicano de Los Zeta. En realidad se trató del bluff más
grande de la historia y las únicas Z son las del zonzo que pensó que
semejante invento podría pasar sin consecuencias. La comunidad de
inteligencia nacional e internacional no tenía registrado a ese presunto
jefe de la organización más observada, no había pedidos de captura vía
Interpol, ni actuaciones previas de la bonaerense sobre él. Una agencia
estadounidense envió una delegación a la Argentina para verificar de qué
se trataba. El tema fue sepultado en el olvido y el comisario general
Roberto Castronuovo, que había sobrevivido al caso Candela pese al
involucramiento de uno de sus confidentes, perdió su lugar en
Investigaciones.
La muerte de El Pelado
El 11 de diciembre, Santiago Mont invitó a subir a su auto para
tomar unas cervezas a Carlos Gabriel Fretes, El Pelado, de 22 años.
Ambos eran vecinos en el barrio Agustín Ramírez, de Florencio Varela,
que surgió hace casi veinte años de una larga lucha popular por la
tierra. El cuerpo del Pelado apareció al día siguiente en un descampado
de Longchamps, con signos de crueles torturas, tajeado, quemado y con la
cabeza partida con una mole de concreto. Una organización ejemplar de
la zona, el Centro Angelelli, que edita un periódico, prepara una radio y
organiza una red de centros comunitarios en los distintos barrios de
Varela, atribuye el crimen a una organización de narcos, con protección
policial y ramificaciones políticas. El abogado del Centro Angelelli,
José Luis Callegari, conocía al hermano mayor del Pelado, el militante
social Lisandro Fretes, de 28 años. Montt era el lugarteniente del capo
de la red de comercialización de estupefacientes, el puntero político
Américo Claudio Mena, quien también controlaba varias cocinas en
comercios del barrio. Luego de una detención por homicidio, Mena llegó
desde Lanús, donde su referente político fue Manuel Quindimil. Mena y
Montt viven calle de por medio, en las únicas casas ostentosas de un
barrio cuya única necesidad satisfecha es tener un nombre. Los autos y
camionetas de lujo con hombres mayores bien vestidos y adolescentes
pobres superproducidas son los indicios ostensibles de la venta de
drogas y la prostitución infantil, que constituyen el ominoso horizonte
de la juventud. Nadie puede entrar ni salir del barrio sin conocimiento
de la comisaría 2ª de Varela, cuyo jefe llevaba allí 14 años, algo
imposible sin un acuerdo extralegal. Mena, quien disputó la conducción
de una asociación vecinal, a través de la cual se vinculó con el
Director de Integración Comunitaria, Jorge Roldán, acusaba al Pelado por
un robo de dinero y drogas de su casa. Cinco meses antes habían tenido
un incidente en la calle: Mena le pegó, le reprochó haber dicho que era
un narco y dijo que había querido robarle un camión. Callegari puso el
caso en conocimiento del CELS. En varias reuniones con vecinos, dos de
sus directores, Paula Litvachky y Diego Morales, reconstruyeron los
hechos. La clave fue Lisandro Fretes, quien se reconoce como heredero de
las luchas por la tierra que protagonizó su padre. Lisandro recorrió
casa por casa del barrio en busca de testimonios y logró hablar incluso
con los pibes y las chicas que estaban en la casa de Montt, cuando
torturaron al Pelado para que confesara una delación que negaba haber
cometido. Varios testigos contaron que la noche siguiente al homicidio
policías de la 2ª retiraron bultos de la casa de Mena durante un apagón
que duró 15 minutos y los llevaron a la comisaría, en autos del dueño de
casa que hicieron conducir a pibes del barrio. Allí esperaba Mena antes
de fugarse. También hubo un intento de prender fuego a ambas casas.
Junto con vecinos indignados, participaron desconocidos. La fiscal de
Lomas de Zamora, Mariana Monti, había ordenado custodiar la casa de
Montt, donde mataron al Pelado, pero la policía la desguarneció.
Lisandro Fretes contuvo a sus conocidos y los organizó para que
impidieran que en el tumulto alguien contaminara pruebas del crimen.
Esta historia fue narrada por sus protagonistas al vecino más famoso de
la zona, el flamante vicegobernador Gabriel Mariotto, quien visitó la
humilde casa de los Fretes en enero. Llegó junto con los senadores
Cristina Fioramonti de Kunkel, Santiago Carreras (de La Cámpora) y
Sergio Berni y los representantes del Centro Angelelli y del CELS. El
intendente Julio Pereyra había recibido a la familia Fretes pero sin
permitir que ingresaran los abogados del CELS ni del Centro Angelelli.
Pereyra ofreció una reunión con el comisario de la 2ª, pero Lisandro la
rechazó. Se refirió a los problemas que tuvieron con la policía todos
los vecinos que denunciaron a Mena, al nulo resultado de todos los
allanamientos, al funcionamiento de varios bares para la venta de drogas
que nunca fueron molestados por la 2ª y a los pedidos de coima
denunciados por 18 comerciantes. Inquieto desde el comienzo, Pereyra
llamó entonces al jefe distrital de la policía de seguridad y dijo que
si en esa instancia no se resolvía el caso, él hablaría con el
gobernador. Prometió iniciarle un sumario a Roldán y se quejó de que
nadie le había informado de sus relaciones con Mena ni de las prácticas
de la comisaría 2ª. Una vez que Pereyra se retiró, el Secretario de
Gobierno recibió la información sobre las necesidades edilicias y de
iluminación de los barrios que le transmitieron Fretes y Callegari.
Sabía que el CELS había pedido a Mariotto que recibiera a la familia.
“El caso es grave y justifica una amplia intervención política”, le
respondió Diego Morales. Después de escuchar a Fretes, Mariotto reclamó
la intervención de la comisaría 2ª, de la que ya había sido relevado el
jefe de calle, Leonardo Druille. El subcomisario, Tomás Rudakoff, había
atribuido el asesinato a una pelea entre bandas de narcos. El
subsecretario Operativo de Seguridad, Emiliano Baloira, le dijo que sólo
dejaría al comisario Roberto Alvarez Damelio, hasta que negociara la
entrega del prófugo Mena.
–Ninguna negociación o lo hago público –le respondió Mariotto.
En ausencia de Casal, de vacaciones, Baloira lo consultó con Scioli,
quien le ordenó acatar las indicaciones de Mariotto. La comisaría fue
intervenida y todo su personal relevado. El vicegobernador hizo algo
más: solicitó a Nilda Garré cooperación federal para hallar a los
prófugos. Con la información provista por la Gendarmería, que también
proveyó en forma transitoria seguridad al barrio, Mena y Montt fueron
detenidos en un par de días. Santiago Montt, asistido como defensora por
Mariana Pagani, una abogada próxima a Casal, declaró que al Pelado lo
mató Mena. Acaso la fiscal Monti avance sobre Roldán más de prisa que el
sumariante municipal. La visita pública de Mariotto y Sergio Berni a
Nilda Garré el jueves 26 de enero fue para agradecer el apoyo de
Gendarmería que completó la resolución del caso. Pero no sólo. Lo
sucedido en Varela marca un modelo de intervención territorial que
podría replicarse en otros lugares del conurbano.
Diez a uno
Nada será simple, sin embargo. Dos días después, el sábado 28 de
enero, una decena de penitenciarios asesinaron a puñetazos y patadas a
Patricio Jonathan Barros Cisneros, de 26 años, detenido en la Unidad 46,
del sórdido complejo penitenciario de San Martín. Su hermano Diego
denunció el año pasado que el personal del SPB sacaba a los detenidos a
robar para ellos. En el horario de visitas comenzaron a golpear a
Patricio en el patio, a la vista de otros presos y de su propia esposa,
Alejandra Gisela González, de 18 años, embarazada. Estaba enojado porque
no les permitieron verse en un sitio con mínima privacidad y no ante
todos. La piba, que tuvo que aguardar cuatro horas antes de que le
permitieran ingresar, fue forzada a salir a la calle y poco después le
informaron que su esposo se había suicidado. El prefecto mayor Leonardo
Jorge Dziata escribió en el parte oficial que Barros Cisneros esgrimió
“un elemento punzante”, mientras le gritaba el encargado: –Dame visita en una de las celdas porque te voy a cagar a puñaladas.
Según la historia oficial, Barros intentó tomar como rehén al
adjutor Rodrigo Chaparro quien “procedió a entablar un diálogo” para que
“depusiera su actitud hostil”. Como no lo consiguió, “tuvo que utilizar
la fuerza mínima e indispensable”. Esto lo enardeció contra el personal
que, para controlar la situación, “tuvo que utilizar elementos de
sujeción (esposas) y gas pimienta (PPQ)”. Aun así, “una vez reducido”,
Barros “logra zafarse” y, “sin mediar motivo alguno, comienza a golpear
su cabeza fuertemente contra la rejas para luego caer pesadamente contra
el suelo”. También firman el parte tres detenidos que realizaban tareas
de limpieza, peluquería y cocina.
La autopsia desmiente la pretensión del suicidio: Barros tenía más
de treinta golpes en el cráneo y el rostro, con hundimiento del globo
ocular izquierdo y decenas de lesiones en brazos y piernas, “compatibles
con mecanismo de defensa frente a un ataque”. Según el médico
penitenciario Federico Woodgate la muerte de Barros obedeció a un “paro
cardiorrespiratorio”. Esto equivale a decir que está muerto porque se
murió, ya que cuando alguien muere por cualquier causa su corazón se
detiene y su respiración cesa. Woodgate deja las generalidades y se
torna minucioso cuando describe las heridas punzocortantes y las
escoriaciones en detalladas partes del cuerpo de Chaparro.
Los familiares que visitaban a otros detenidos llamaron al
secretario de Ejecución Penal de la Defensoría General de San Martín,
Juan Manuel Casolati, quien fue a la cárcel. Volvió el lunes con el
Comité contra la Tortura de la Comisión Provincial por la Memoria, que
todos los años publica un minucioso informe sobre la situación en las
cárceles bonaerenses, y el CELS. De las 120 personas privadas de su
libertad que entrevistaron, ni una aceptó la versión oficial. Dijeron
que el lugar estaba repleto de penitenciarios, que se entrenan con pesas
en la propia unidad, y que portaban escopetas, por lo que era
inimaginable una agresión allí. Pero todos tenían terror de declarar.
Aquellos que habían provisto la coartada al Servicio, el encargado de
limpieza Martín José Matilla, el cocinero del Casino de Suboficiales
Mario Pandianni y el peluquero Victoriano Acosta, fueron amenazados de
muerte por los penitenciarios si se retractaban. Casolati pidió hablar a
solas con el titular de la Unidad Fiscal de Investigaciones 1 de San
Martín, Carlos Insaurralde. –Hablemos aquí en el patio –le respondió.
–Hay mucha gente que puede escuchar. Tengo elementos sobre una muerte, que involucran al personal –insistió el defensor.
–No me interesa, y no se qué hace usted aquí –lo cortó.
Tampoco se interesó por el caso el Director de Población del
Ministerio, Alejandro Santecchia, quien estaba de recorrida por la
unidad al mismo tiempo que la delegación del CELS y de la CPM.
Santecchia era acompañado por las autoridades pero no entrevistó a los
detenidos ni ingresó a Sanidad. Roberto Cipriano, del Comité contra la
Tortura, vio allí a un hombre que se tapaba una traqueotomía con un
dedo. La socióloga Anabella Museri, del CELS, observó a un carancho
devorar una rata. En un pabellón con nueve celdas, de cuatro camas
marineras cada una, había 67 detenidos que, en muchos casos, pasan 23
horas por día encerrados. Vieron un hombre con el cuerpo cubierto de
forúnculos por la contaminación del agua y otro con dos dedos deformados
por los golpes del SPB y la falta de atención médica. A un tercero le
faltaba un brazo y estaba cubierto de pus. Varias cucarachas se treparon
a los visitantes. El olor insoportable del basural también es inhumano
para el personal penitenciario. La reja no había sido resguardada y del
piso donde Barros cayó fueron lavadas las manchas de sangre.
En su oficio a la UFI 1, Casolati narró que cuando Barros cayó, le patearon la cabeza y los testículos gritando: –Aquí mandamos nosotros.
A solicitud del CELS, la ministra de Seguridad federal, Nilda Garré,
dispuso trasladar a los tres testigos amenazados por el SPB a la sede
de Gendarmería. Garantizada así su vida, los tres contaron la verdad al
fiscal Insaurralde:
–Por favor, no me peguen más, está mi familia allí –llegó a decir Barros.
–Ahora pedí por favor –le contestaron y siguieron golpeándolo hasta que quedó inmóvil. También dijeron que:
- Barros nunca se golpeó con la reja ni empuñó una faca, la arrojaron junto a su cuerpo cuando ya lo habían matado.
- Chaparro la usó para autolesionarse.
- Cuando Barros estaba caído boca arriba, enceguecido y ahogado por
el gas pimienta, sangrando y con las manos esposadas a la espalda, el
agente Benítez lo tomó del cuello para estrangularlo.
- El guardiacárcel Luna saltó varias veces sobre su pecho, otro al
que llaman El Gallego le pateó los genitales y el oficial Mario le
cacheteó la cara. Varios le patearon la cabeza. En total participaron
del asesinato diez u once, entre ellos uno a quien conocen como Chino o
Ken. “Era un tumulto de guardias”.
- Un oficial Silva les hizo firmar un parte que no pudieron leer y
les dijo que cuando les preguntaran dijeran que después de amenazar al
personal con una faca se golpeó contra la reja.
Recién entonces, Casal puso en disponibilidad a sus camaradas
penitenciarios, recibió a la familia de Barros, bajó del helicóptero en
la cancha de Racing y anunció con Scioli un nuevo Operativo Distracción. ( aqui la fuente)
Por German Soprano (fragmentos) Si efectuamos una revisión de las ponencias en eventos académicos consagrados en la Argentina, tales como las Jornadas Interescuelas-Departamentos de Historia, las Jornadas de Sociología de la Universidad de Buenos Aires o las de la Universidad Nacional de La Plata, verificaremos la inexistencia de mesas, simposios o grupos de trabajo (no así de ponencias aisladas) destinados a tratar específicamente a los militares como grupo social. En tanto que en el Congreso Nacional de Ciencia Política, organizado por la Sociedad Argentina de Análisis Político, este tipo de trabajos es marginal y cuando existen se relacionan con el estudio del instrumento militar de la política de defensa y su localización en la política exterior. Por su parte, los eventos académicos del campo de las relaciones internacionales suelen ser los ámbitos donde se encuentran investigaciones relacionadas con la defensa nacional y –sobre todo desde los sucesos del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos- con los llamados procesos de securitización hemisférica. Excepcionalmente en 2003 CLACSO promovió el concurso “El papel de las Fuerzas Armadas en América Latina y el Caribe”. Tampoco hay revistas especializadas ni centros de investigación universitarios o de CONICET que tengan por objeto el estudio sociológico, politológico historiográfico o antropológico de los militares como grupo social o de las Fuerzas Armadas como institución, aún cuando, sí, hay instituciones que desarrollan investigaciones en temas defensa nacional y relaciones internacionales donde eventualmente es o puede ser abordada esta población como objeto. Sólo el Ministerio de Defensa y las respectivas Escuelas Superiores de Guerra de las FFAA y la Escuela de Guerra Conjunta producen publicaciones especializadas en temas de defensa y estrategia y, en el ámbito del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, en mayo de 2010 se creó “Cuadernos de Marte. Revista de Sociología de la Guerra”.
Contribuciones al estudio de los militares como grupo social. Un (posible) ordenamiento en el estado del arte.
Antes de introducirnos en la presentación de este estado del arte -y aunque en un caso no caen dentro de nuestro recorte temporal y en el otro en el recorte temático- quisiera efectuar dos consideraciones preeliminares relativas a autores y textos relacionados con nuestro objeto. En primer lugar, nos referiremos a la impronta señera de un puñado de investigaciones de los años previos a 1983. Por un lado, los estudios históricos de Darío Cantón (1971) y Miguel Scenna (1980) y de dos académicos extranjeros, Robert Potash y Alain Rouquié (publicados en Argentina entre 1971/1994 y 1981/1982, respectivamente) abordando las intervenciones efectuadas en la política, fundamentalmente, por el Ejército entre 1930 y 1976 y, en menor medida, por la Armada y la Fuerza Aérea. Entre las décadas de 1970 y 1980 estos trabajos fueron una referencia solitaria en el estudio sobre las relaciones entre política nacional y Fuerzas Armadas e, incluso hoy, son de consulta ineludible. Por otro lado, hay dos originales y poco conocidas investigaciones sociológicas -de notable impronta “germaniana”- que indagaron en la inscripción de los militares al interior de los grupos dirigentes nacionales –la de José Luís Imaz (1964)- y un estudio que comprende a los integrantes de las FFAA como grupo social, dando cuenta de sus actitudes y opiniones ante situaciones político-sociales críticas ocurridas en la Argentina de las décadas de 1940 y 1960 –que fuera efectuada por Jorge Ochoa de Eguileor y Virgilio R. Beltrán (1968). Hoy todavía es posible sostener que los aportes metodológicos cuali y cuantitativos hechos otrora por Potash, Rouquié, Ochoa de Eguileor y Beltrán, así como sus contribuciones sustantivas al conocimiento histórico y sociológico de los militares, no han sido suficientemente discutidos por nuevas investigaciones destinadas a cuestionar o bien a profundizar en sus enfoques y/o la definición de su agenda de temas y fuentes de información. ¿Por qué? Básicamente porque consiguieron desarrollar un análisis erudito centrado en las perspectivas y experiencias de los militares en sus intervenciones en la política nacional, pero atendiendo de cerca de las representaciones sociales que tenían de sí mismos, sus relaciones con dirigentes civiles de la época, a la dinámica de alianzas y conflictos personales, profesionales, corporativos, políticos e institucionales internos. Finalmente están los estudios de Guillermo O´Donnell sobre el rol de las Fuerzas Armadas en la configuración del Estado burocrático-autoritario y en la modernización del capitalismo periférico. Si bien sus trabajos fueron difundidos desde 1983, sus primeras definiciones y resultados fueron de comienzos de la década de 1970 y difundidos como documentos por Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), en Desarrollo Económico: Revista de Ciencias Sociales del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) y en publicaciones académicas de los Estados Unidos, Francia, México y Brasil En segundo lugar, cabe citar investigaciones económico-sociales de los años ochenta, centradas en el estudio de los grupos económicos y empresas transnacionales que definieron el programa neoliberal de transformación radical de la estructura y economía de la sociedad argentina durante el Proceso de Reorganización Nacional (PRN).Estos trabajos asumieron una perspectiva muy generalizada en la época según la cual las Fuerzas Armadas operaron básica y unívocamente como el instrumento represivo que generó las condiciones materiales y subjetivas para la concreción del mencionado programa. La población-objeto de análisis de estos estudios no eran los militares, sino los poderosos actores económicos que intervinieron como mentores y orientadores políticos de los cambios producidos por el PRN. Sin embargo, las mencionamos porque (y quizá a pesar suyo) forjaron una difundida interpretación instrumentalista sobre la capacidad de agencia de los miembros Fuerzas Armadas, esto es, pensándola como un actor social puesto exclusivamente al servicio de los grandes capitales locales y transnacionales, carentes de especificidad o autonomía. Hecha estas aclaraciones, los textos académicos relativos al estudio de los militares producidos desde 1983 podrían ordenarse de acuerdo con la enumeración de los siguientes agrupamientos que evidencian ciertas afinidades temáticas entre sus autores, de enfoques y métodos teóricos y/o disciplinares, o bien relacionadas con sus adscripciones institucionales. El esfuerzo analítico invertido en este ordenamiento o estado del arte seguramente estará sesgado por el objetivo del presente trabajo: direccionar estas contribuciones plurales en función de un conocimiento de los militares como grupo en su inscripción en el Estado y la sociedad argentina.
2.1. Primer Grupo: Historia de liderazgos y formaciones militares en el siglo XIX. Este grupo incluye a investigadores que han referido a su participación en las Invasiones Inglesas, la Guerra de Independencia, las Guerras Civiles, la producción del orden social en los Estados provinciales y en la emergente organización nacional, en la denominada Guerra de la Triple Alianza, en la custodia de las fronteras y el combate contra los indígenas. Si bien aquí hemos agrupado un conjunto heterogéneo de analistas sociales, cabría distinguir al menos dos subgrupos en su interior, pues sólo la arbitraria organización del estado del arte ha disuelto en esta totalidad decimonónica el perfil de aquellos que se autodefinen y reconocen como un grupo de especialistas singular y entre los cuales existente permanente e intensos niveles de interlocución.
2.2. Segundo Grupo: Análisis de la intervención militar en la política nacional.
2.3. Tercer Grupo: Las relaciones cívico-militares.
2.4. Cuarto Grupo: La definición del instrumento militar de la defensa nacional.
2.5. Quinto Grupo: La política de defensa en la política exterior argentina
Comprenderlos en la producción y actualización de relaciones de género, generacionales, de clases sociales o étnicas, tanto en su participación como miembros de las Fuerzas como en sus interlocuciones diarias con civiles. Reconocer sus intercambios con vecinos, co-provincianos, con profesores y estudiantes en los ámbitos civiles donde realizan estudios. Identificar sus opiniones frente a determinados personajes públicos, procesos y eventos carácter social, económico, político y/o cultural que perciben y experimentan tanto como otros hombres y mujeres. Un esfuerzo intelectual de este tipo, sin dudas, supone la apuesta por un enfoque y métodos que establezcan situacionalmente qué determinaciones sociales que orientan el comportamiento de los militares son producto de las representaciones, la organización y la sociabilidad que los singulariza como grupo e institución. Hasta el momento, sin embargo, las ciencias sociales han centrado sus preocupaciones y explicaciones teóricas y sustantivas destacando, casi linealmente, dos visiones contrapuestas. Una que mira el accionar de los militares de un modo subordinado a la agencia e intereses de otros grupos sociales, tales como las clases dominantes locales y trasnacionales, la dirigencia política y castrense norteamericana o la Iglesia católica. Y otra que enfoca su autonomía corporativa por fuera del Estado, de la sociedad nacional y respecto del poder político civil. En este sentido, sólo el análisis historiográfico de los liderazgos y formaciones militares en el siglo XIX ha explorado en la inscripción de los militares en las coordenadas sociales y culturales más amplias de las configuraciones estatales y societales de la época, manteniendo una tensión analítica productiva entre la explicación por la autonomía y la heteronomía de lo militar.
La persistencia de esos enfoques que al estudiar a los militares destacan exclusivamente sus intervenciones autoritarias y represivas y su autonomía corporativa, terminan por invisibilizar otros problemas e hipótesis y dimensiones sustantivas que convendría explorar en el pasado y el presente. En este sentido, la realización de investigaciones que den cuenta simultáneamente de la singularidad social y cultural de los militares y de aquello que comparten con otros individuos y grupos de la sociedad argentina, todavía constituye un desafío a concretar en la agenda de las ciencias sociales. Para dar cuenta de ello, es preciso enfrentar la influyente presencia de esos abordajes teóricos y del sentido común académico que se sirven explícita o implícitamente de una lógica binaria que -de antemano- define estereotipos por medio de la afirmación de un “ellos” (los militares) versus un “nosotros”, los “enemigos” vs. “amigos”, los que encarnan “el mal” o “el bien”. Esos posicionamientos intelectuales revelan la incidencia activa de procesos anclados en el desarrollo de la historia reciente (y quien escribe estas líneas no puede sustraerse de ella) movilizando en forma apriorística ciertas elecciones teóricas y políticas que condicionan interpretaciones sustantivas. De allí que hayamos aludido en un comienzo a las batallas políticas e intelectuales dirimidas en torno de la definición de este objeto. No creo que haya respuestas únicas a este desafío, en nada sencillo por razones epistemológicas, políticas y éticas. Sin embargo, cualquiera fuese la opción demandará de una concepción del compromiso intelectual y político en la lucha contra el autoritarismo y en favor de la democracia que no vede la concreción de un análisis crítico y desprejuiciado sobre cualquiera de las dimensiones implicadas en el estudio de los militares en la Argentina.
(aqui el escrito completo en PDF)